martes, 10 de marzo de 2009

El récord de Chambers reaviva las sospechas


Ángel Cruz As.com

Ante la exhibición del impresionantemente musculado Dwain Chambers en los Europeos de Turín (récord de Europa en 60 metros, a tres centésimas del mundial), caben dos reflexiones. Primera: las 300 drogas que tomó en un año, según confiesa en su libro autobiográfico, ¿le hacían correr menos que el agua mineral y la vitamina C que toma ahora? Es difícil de creer. La primera reflexión nos lleva a la segunda: ¿No será que, siempre presuntamente, ha aumentado la extensión y la variedad de su farmacopea? Lo cierto es que ahora (limpio) es capaz de correr en 6.42, mejor marca mundial, y que antes (en 2003, dopado) tenía sólo 6.59, lo que le situaba el 31º del ránking.
Lo normal es que un velocista, cuando vuelve a la competición tras dar positivo con dopaje masivo, muestre unas marcas peores. Un ejemplo: Ben Johnson corrió dopado los 60 metros en 6.44 y los 100 en 9.79, y cuando volvió, sólo fue capaz de hacer 6.61 y 10.16. Con Chambers ha sucedido exactamente lo contrario.
La simple comparación de las cifras alienta las sospechas. De hecho, el Consejo Directivo de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) se reunirá a finales de este mes y uno de los temas a tratar será el de la posible inhabilitación de Chambers. El nuevo castigo se basaría en el hecho de que no ha devuelto en su totalidad el dinero que ganó en su etapa de dopado confeso. La IAAF dice que aún adeuda 100.000 dólares (aproximadamente 77.000 euros).
Según la reglamentación del máximo organismo atlético, no hay rehabilitación hasta que no se ha pagado el dinero ganado fraudulentamente. A Chambers se le levantó el castigo porque se acordó con él que pagaría a plazos, pero lo ha incumplido. Chambers tiene problemas para devolver esas cantidades y confiesa que actualmente vive gracias al dinero que su novia gana trabajando. "Sin ella, tendría que dejar el atletismo". Las grandes reuniones (Zúrich, Berlín, Bruselas...) ya han advertido que no van a contratarle. Y la publicidad escapa de él.
Chambers fue el primer deportista en dar positivo con THG (Tetrahidrogestrinona), un anabolizante de los laboratorios Balco, que también atendieron a Marion Jones y Tim Montgomery. Chambers dio positivo en 2003, pero confesó que se dopaba desde el año antes. Tras acabar la suspensión probó fortuna en el fútbol americano. Durante ese periodo, no se sometió a ningún análisis antidopaje. Sólo volvió a ellos cuando fracasó en su intento de brillar con el balón ovalado. Ahora, la sospechas vuelven sobre él.
Proscrito para los Juegos, pero no por la Federación
Chambers puede correr en Europeos y Mundiales, pero no en Juegos Olímpicos. Para los Europeos y Mundiales selecciona la Federación británica y para los Juegos, el Comité Olímpico británico. Y mientras éste proscribe de por vida a cualquier dopado, aunque ya haya cumplido su castigo, aquélla puede volver a seleccionar una vez que la sanción haya terminado. Es lo que ha pasado en Turín. Pero ayer, la Federación anunció que no tendrá plaza en el 4x100 del Mundial de Berlín. La excusa: prefiere formar a jóvenes.
Lo confiesa en su libro: "Era un yonqui andante"
Las ventas de su libro autobiográfico Mi carrera contra mí le reportarán beneficios, pero no suficientes para enjugar deudas. "Temía no poder cumplir mi contrato con Adidas, que contemplaba una reducción de ingresos si no estaba entre los tres mejores del mundo, por lo que tomé drogas, no solo THG, sino también EPO, hormona del crecimiento (HGH) y testosterona. Era un yonqui andante. Tenía insomnio y ansiedad. Había especialistas que cuidaban de que los sistemas antidopaje no detectasen nada". El tratamiento costaba unos 23.000 euros al año.

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