martes, 25 de agosto de 2009

DESCUBRIMOS AL CHAVAL QUE CORRE MÁS QUE USAIN BOLT: DEXTER LEE


JORGE BARRENO | ENVIADO ESPECIAL A JAMAICA

Tranquilidad, sosiego, parsimonia, lentitud. Todo transcurre despacio en Montego Bay, la segunda ciudad más importante de Jamaica. Llueve un minuto torrencialmente y dos segundos después un sol de justicia impide caminar por las coloreadas y destartaladas calles. En el mercado, en los taxis, en los bares, en la playa. Un tema acapara la atención de esta gente risueña: el relámpago Usain Bolt y sus dos récords mundiales de Berlín, en los 100 y los 200 metros lisos. ¿Cómo puede alguien tan rápido haber salido de un lugar tan sosegado?
«Bolt es como Dios para nosotros. Hay dos cosas que nos diferencian del resto del mundo», dice Kevin Ronald, encargado de uno de los hoteles más importantes de White Sands Beach, la zona turística de Montego. «Una es Bob Marley y la otra es el atletismo».
En Jamaica lo tienen claro: «You need feel your body, man». Así de simple. «Necesitas sentir el cuerpo». Para estar bien, para correr más que los demás, para ser el número uno. Eso sí, cuando por la televisión se ve a Usain Bolt recogiendo un cheque de 160.000 dólares (por destrozar el récord de lo 100 metros y dejarlo 9.58 segundos), la camarera del hotel, loca de emoción, espeta una sentencia menos prosaica: «The money is the money, baby». (El dinero es el dinero, chaval).
Pensando en esa sensibilidad corporal, paseando por el antiguo mercado de esclavos, surge la pregunta: ¿habrá alguien más en Jamaica capaz de correr a 40 kilómetros por hora, otro ser humano que multiplique por ocho veces el ritmo con el que camina una persona? «Yes man, his name is Dexter Lee, the new promise», contesta Talina, una vendedora de teléfonos móviles. ¿Cómo? ¿Ha nacido ya el hombre que correrá más rápido que Usain? «Yes man, his name is Dexter Lee» («sí, claro, su nombre es Dexter Lee»).
La búsqueda del llamado a suceder a Bolt nos conduce hasta el club de atletismo del instituto Herbert Morrison, donde Dexter Lee estudia Bachillerato. Su ficha lo retrata así: mide 1,90 de altura, pesa 85 kilos, nació en Montego Bay hace 18 años y a su edad ya ha ganado dos campeonatos del mundo. Como Bolt, pertenece a la escuela de gigantones poco aerodinámicos pero con garra. Lo conoce todo Montego Bay.
Es el hombre llamado a suceder a Bolt en lo más alto del cajetín, la promesa más sólida de la fábrica de atletas en la que parece haberse convertido la cálida Jamaica. Por lo pronto, el chaval atesora en sus vitrinas un trofeo que ni Bolt ni ningún otro jamaicano ha podido conseguir: el campeonato del mundo juvenil de 100 metros, título con el que se hizo en 2007, en Ostrava (República Checa). Repitió oro en los 100 al año siguiente en el Campeonato del Mundo Junior, disputado en Trinidad y Tobago.
En la cita de Ostrava, además, Dexter Lee batió el récord del mundo sub-17. Paró el cronómetro en 10,34 segundos, dos centésimas por debajo de la marca que poseía hasta entonces el atleta de Trinidad y Tobago Darrell Brown. E inscribió su nombre por delante del de Bolt, marcando 21.09 segundos en los 200 metros, tres centésimas menos de lo alcanzado a su edad por el campeón mundial y olímpico. «Estoy muy orgulloso de haber roto los récords de Darrell Brown y de Usain Bolt», dice a Crónica un escueto Dexter Lee, más ducho en la pista que en el manejo de las palabras y nada extrovertido si se le compara con el histriónico Usain.
«Tiene un gran potencial y si continúa trabajando duro para bajar sus tiempos aspirará a ser uno de los mejores corredores del planeta», dice de él Claude Grant, su entrenador, convencido de que Dexter tardará poco en pulverizar sus actuales registros: 10.31 segundos en los 100 metros y 21.09 en los 200.

FÁBRICA DE CAMPEONES

La Herbert Morrison Technical School, un importante centro de capacitación de atletas además de instituto de enseñanza secundaria, se construyó a las afueras de Montego Bay hace 30 años. En sus instalaciones, patrocinadas por varias empresas norteamericanas, han entrenado campeones como Dwight Robinson, Teyaskie Lewin, Gerald Duncan o, ahora, los hermanos Keneil y Dexter Lee. Ubicado entre palmeras y vegetación exótica, el que presume de ser uno de los centros de formación deportiva más importante de Jamaica, tiene una pista de entrenamiento de hierba.
La vida en el Herbert Morrison se mueve al ritmo de la rutina. A las 8.35 comienzan las clases. Y al terminar éstas, a las 14.35, los entrenamientos: dos horas diarias de calentamiento, pesas, sprints y abdominales. Al equipo de Dexter Lee pertenecen también otras dos figuras de 18 años, Kemoy Graham y Kevin Mowatt. Normalmente también se une a ellos Keneil Lee, el hermano mayor de Dexter, de 20 años. Son el futuro inmediato del exitoso atletismo jamaicano.
Al contrario de lo que podría presuponerse, pertenecen a una clase social acomodada. Los padres de Dexter y de Kemoy trabajan en una importante empresa de telecomunicaciones nacional. «No todos los atletas provienen de familias como la mía, mucha gente viene de pequeñas aldeas en el campo», apunta Dexter.
Cada día, antes de comenzar la sesión de entrenamiento, lo primero que hacen Dexter Lee y sus colegas es apedrear un ciruelo salvaje a ver si cae algún fruto. «Es nuestro árbol preferido, siempre está con nosotros mientras corremos», advierten. Acostumbrado a los golpes, de vez en cuando, el árbol suelta alguna ciruela que los chavales devoran con ansia. Terminado el ritual, comienzan a ejercitarse.
«Entreno para ser el mejor», proclama Dexter Lee, quien tiene claro que sólo los más grandes reciben una jugosa recompensa: «El dinero es importante para conseguir lo que quieres», se pronuncia. Lograr un hueco en la élite del deporte, además, supone un pasaporte al mundo. «Las chicas y lo demás se consiguen fácilmente aquí. Lo difícil es salir del país. El atletismo es una forma de viajar y de conocer otras culturas. Y siempre que quieras puedes volver», dicen.
Las aficiones de estos cuatro atletas son las mismas que las de cualquier joven de su edad: unas partidas con la videoconsola, navegar por Internet, salir de fiesta, conocer chicas... En verano, después de entrenar, los cuatro suelen dar una vuelta por The Bwery y por The Monty Bay Hip Strip, dos locales de playa, punto de reunión de turistas, norteamericanos sobre todo. Por convencimiento, o por afición, a la lista de hobbies Dexter añade «la escuela». Su hermano, Keneil, lleva dos años estudiando Empresariales en la University of Technology.

BAJAR DE LOS 10 SEGUNDOS

En el punto de mira de Dexter está ya bajar de los 10 segundos en los 100 metros y de los 21 en los 200. «Entrenando, estoy seguro de que estaré en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012». Allí, en la línea de salida, podría coincidir con el mismísimo Bolt. ¿Y batirle? «Para Usain no hay palabras. Él es Superman», dice Dexter de él, contemplándolo aún como un ídolo más que como un potencial rival. De momento, lo admira. A Bolt y a Asafa Powell, otra de las glorias del atletismo jamaicano.
Hace tiempo que los especialistas de todo el mundo miran con asombro a Jamaica y la estudian tratando de copiar su fórmula. ¿Cómo es posible que una isla de poco más de dos millones y medio de habitantes produzca tantos y tan buenos velocistas, los mejores del planeta? «La población en Jamaica se alimenta mucho mejor que en otros lugares del mundo, directamente de la tierra. La comida no lleva componentes químicos, ni está congelada, ni enlatada. A los jamaicanos no les gustan los supermercados. Del suelo a la sartén», presume Rupert Archer, un nutricionista y sociólogo de la isla. «Si te fijas, la piel de las jamaicanas es más suave que la de las norteamericanas, hasta eso tiene que ver con la alimentación», concluye limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo.
Bananas, arroz, judías rojas, fruta tropical, pescado, pollo de corral... Y yam, el plato preferido de los atletas, un tubérculo que trajeron a la isla los esclavos llegados de África. Esta especie de patata es tan popular que protagoniza un festival, celebrado cada año en Trelawny. ¿Es el yam la fuente de su velocidad?
Otras teorías apuntan también a la psique de la población. «Los atletas jamaicanos quieren hacerlo bien. Este es un país duro, donde se vive al día. El deporte de élite es una manera de abandonar Jamaica y conocer otros mundos. ¿Ves perros por la calle? Pocos, ¿verdad? La gente a veces pasa hambre», explica Rupert.
Newman, un taxista de Montego Bay, hace sus propias conjeturas. «Tío, aquí el aire es puro. No somos un país industrializado, así que no hay fábricas ni contaminación. Con el agua sucede lo mismo. Cuando vuestro amigo Cristóbal Colón arribó a la isla la llamó La Tierra de la Madera y el Agua. El agua de Jamaica procede de manantiales subterráneos», comenta mientras conduce y se arregla sus rastas.
Sea como fuere, lo cierto es que el asunto ha merecido un estudio, elaborado el año pasado por la Universidad de Glasgow y de la de las Indias Occidentales (UWI). Durante dos años, se analizaron a más de 200 atletas jamaicanos. Descubrieron que casi el 70% tenía en sus fibras musculares un componente químico denominado Actinen A. «Hicimos el mismo test con un grupo de australianos, y sólo un 30% tenían Actinen», manifestó por aquel entonces un exaltado profesor Errol Morrison, máximo responsable de la Universidad Tecnológica de Jamaica.
Usain Bolt, Brigitte Foster-Hylton, Asafa Powell, Veronica Campbell-Brown... Sus nombres son sinónimo de velocidad pese a haber nacido en una tierra donde sólo se mira el reloj cuando corre uno de los suyos. Dexter Lee es el próximo llamado a destrozar la fórmula: velocidad=espacio/tiempo.

DEXTER CONTRA USAIN

Si el joven Dexter Lee (nacido en 1991) continúa la progresión que sigue hasta ahora y se cumple el vaticinio de los especialistas deportivos, que lo señalan como el sucesor natural de Usain Bolt, los palmarés de los dos jamaicanos serán milimétricamente comparados. De momento, Lee, el aspirante, puede presumir de una ligera ventaja en su currículo deportivo. En 2007, con 16 años, se proclamó campeón mundial de los 100 metros juveniles, un hito que ni Bolt ni ningún otro compatriota ha logrado. En esa misma competición, consiguió un registro de 21,09 segundos en los 200 metros, tres centésimas por debajo de la mejor marca que Usain logró a su edad. Mucho tiene que correr Dexter a partir de ahora para no perder el paso de Lightning Bolt («Relámpago Bolt»). Con su edad, el rey de los mundiales de Berlín, superó la plusmarca mundial junior de los 200 metros convirtiéndose en el primer atleta de esa categoría que corría la distancia por debajo de los 20 segundos (19,93). Con 19 años, en 2007, Bolt rompía un récord histórico, que llevaba 36 años imbatido: el de los 200 metros lisos de Jamaica. Entonces, paró el crono en 19,75. Al año siguiente, ya imparable, le arrebató a su compatriota Asafa Powell el récord mundial de los 100 metros lisos dejando el registro en 9,72 segundos. En los pasados Juegos Olímpicos de Pekín, Bolt explotó definitivamente y humilló en la pista a sus rivales. Batió su propia plusmarca mundial de los 100 metros (9,69), pese a que desaceleró el ritmo y celebró la victoria antes de cruzar la meta. Hizo lo propio en los 200, rebajando el récord mundial hasta los 19,30 segundo. En Berlín ha vuelto a dejar boquiabierto al planeta pulverizando, con una facilidad pasmosa, las marcas de Pekín. Su próximo reto, bajar los 9,58 segundos en los 100 y los 19,19 en los 200 que ha marcado ahora. De momento, y en espera de lo que pueda crecer Dexter Lee, Usain Bolt sólo compite contra sí mismo.

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