miércoles, 28 de julio de 2010

Un relámpago blanco



CARLOS ARRIBAS El País.com

Lo ordenó un relámpago blanco entre la brisa que refrescaba la noche húmeda de Barcelona: que se callen los nazis de una vez, voceó, pese a que no le gusta gritar. Sus hechos hablaron por él en el momento de atletismo más intenso vivido hasta el momento en los Europeos de Montjuïc.
Lo ordenó un relámpago blanco entre la brisa que refrescaba la noche húmeda de Barcelona: que se callen los nazis de una vez, voceó, pese a que no le gusta gritar. Sus hechos hablaron por él en el momento de atletismo más intenso vivido hasta el momento en los Europeos de Montjuïc.
Un blanco puede correr los 100 metros en menos de 10 segundos (y lo hizo hace un par de semanas: 9,98s, exactamente); un blanco puede ganar un campeonato europeo (y lo hizo anoche). Con su victoria, Christophe Lemaitre, un blanco, un chavalín tímido y acneico, con bigotillo de barbilampiño, un hijo de la pequeña burguesía francesa, de Saboya, los Alpes, la hierba y el aire claro, el lago azul, ha demostrado, por fin, casi 80 años después, que si los negros son los mejores, indiscutiblemente, en todo tipo de carreras atléticas, no es por sus características raciales, genéticas -la razón de los teóricos nazi-arios, la sinrazón del racismo: los negros corren más porque son una raza inferior, más cercana a los animales que al ser humano: así denostaron al Jesse Owens espléndido que ridiculizó a Hitler y a sus cohortes en los Juegos de Berlín 36-, sino porque trabajan más, porque se entrenan más, porque lo desean más, por pura voluntad. Y si un blanco puede hacer lo que hacen ellos es porque es tan animal como ellos, por lo menos.
O más.
En el podio le acompañaron a Lemaitre un inglés, Mark Lewis-Francis, y otro francés, Martial Mbandjock. Los dos con el mismo tiempo, 10,18s. Y no solamente ellos, también el cuarto y el quinto, el portugués Obikwelu y el británico Dwain Chambers, marcaron el mismo tiempo, 10,18s. Por delante de todos, Lemaitre, claro, 10,11s.
100 metros, 10,11s sobre la pista azul, blanda, viento en contra de un metro por segundo. Fue una historia mucho más larga. Un duelo de culturas, de vidas, de personas. Fue una victoria y, sobre todas, una derrota, la de Chambers, a quien una sanción por dopaje, sus relaciones con el clan de Balco, le costó también que le obligaran a devolver el oro conseguido en Múnich 2002. Su pelea por la redención se quedó clavada en la pista. Únicamente contó con el consuelo del homenaje de Lewis-Francis, su amigo. "Siempre he querido ser como Dwain", dijo. "No importa lo que haya sucedido en el pasado, él es un atleta brillante".
Fue un horror de salida la de Lemaitre. Nervioso, acogotado por la solemnidad del momento, el francés de Annecy se durmió en los tacos. Le sacó de la ensoñación el pistoletazo y cuando quiso ponerse en marcha habían pasado 224 milésimas, sus rivales ya iban por delante. Pero no se dejó vencer por el pánico. No se agobió. Académico, agresivo lo justo, seguro, marcó sus zancadas, aceleró llegado el momento. Adelantó a todos. En 1986, Linford Christie, un londinense de origen jamaicano, Brixton y su gueto, se convirtió en el primer negro que ganaba los 100 metros de unos Europeos. Después de él, que repitió tres veces el título, y hasta ayer, solamente negros habían ganado. La mayoría, Campbell, Chambers hasta su descalificación, amigos suyos, sus pupilos.
"No salí bien", dijo Lemaitre, "pero aceleré muy bien y tuve un final brillante. Estoy muy feliz". Lejos de él palabras, gestos, altisonantes, salidas de tono. También lejos de su voluntad atizar el debate blanco-negro.
Pese a no cultivar la hipertrofia muscular propia de todos los sprinters que se precien, Lemaitre es el tercer chaval de 20 años más rápido de la historia. Ha corrido más rápido a su edad que Asafa Powell y Tyson Gay, que son dioses, que regularmente corren por debajo de los 9,80s. ¿Puede correr más rápido Lemaitre? ¿Podrá algún año llegar siquiera a disputar una gran final mundial u olímpica? ¿Podrá llegar a mirar de tú a tú a Usain Bolt? Como dice su entrenador, Pierre Carraz, un vejete de más de 70 años, de la vieja escuela, todo dependerá de su voluntad, de su trabajo, de sus ganas de luchar. De las virtudes que hacen grandes a todos los atletas de cualquier color.

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