martes, 19 de octubre de 2010

USAIN BOLT Y SUS LÍMITES




Por Fernando Fuentes

Los científicos suelen predecir como se comportarán los fenómenos en el futuro. Pero con el correr de los días, el atleta Bolt genera más incertidumbre en las pistas
Alguna vez se le escuchó decir a Carl Lewis, uno de los mejores atletas de la historia por sus logros olímpicos en las décadas de 1980 y 1990, que los “los récords caen y las medallas permanecen”. La frase sintetiza lo que ocurrió en los ultimos años en los transitados andariveles.
Los atletas profesionales, para recorrer la distancia de cien metros llanos, requirieron paulatinamente menor tiempo. Pero ello no sería una virtud perpetua, ya que según reportes de algunos científicos, existirán vallas en el camino de los esforzados atletas que evitarán sus constantes burlas al dios griego Chronos.
Una valla para los atletas veloces
El biólogo Mark Denny, de la Universidad de Standford, publicó en el año 2008 un artículo en la revista Journal of Experimental Biology, en el que comunicó que según sus predicciones en un futuro no muy lejano, nadie en el planeta Tierra sería capaz de correr los cien metros por debajo de los 9 segundos y 48 centésimas.
Los resultados del estudio parecen no haber influido demasiado en los pensamientos del velocista jamaiquino Usain Bolt. En agosto del corriente año, luego de batir su propio récord olímpico en el campeonato mundial de Berlín, manifestó en declaraciones periodísticas que creía que podía llegar en algún momento a correr los cien metros en 9 segundos 40 centésimas. En Alemania, “El Relámpago” voló esa distancia en 9.58 segundos.
Genética en los records de cien metros llanos
Para lograr imponer un nuevo record mundial, los atletas cuentan con una serie de atributos que se hacen notar desde la línea de partida. Jordan Charles, investigador de la Universidad de Duke, cree que las influencias de la selección natural y la genética han jugado quizás dos de los roles más importantes.
En un trabajo, publicado en agosto de este año también en Journal of Experimental Biology, Charles pudo determinar que con el transcurso de los años, en forma paralela a la reducción del tiempo empleado para recorrer el hectómetro, los atletas victoriosos han ganado progresivamente centímetros de altura y gramos de masa corporal.
Para sustentar la afirmación sólo falta echar un vistazo a Jesse Owens, mítico campeón de los juegos olímpicos de Berlín en 1936 con sus 1.77 metros y 75 kilogramos. Una variación sustancial se refleja, si luego se lo comparara con los 1.91 metros y 81 kilogramos del Lewis de los ochenta, o con los 1.96 metros y 86 kilogramos de Bolt.
Bolt en Beijing
Según un análisis biomecánico realizado por la Federación Internacional de Atletismo, el relámpago jamaiquino fue capaz de completar su trayecto triunfal en los cien metros, de las olimpiadas del año pasado en Beijing, gracias a sólo 41 pasos. Cada zancada de Bolt lo trasladó 2,44 metros mas cerca de la medalla dorada y le permitió desacelerar su marcha varios metros antes de cruzar la meta.
Denny, en su artículo, no descartó que, de surgir avances en áreas críticas de este deporte de alto rendimiento, sus predicciones puedan tropezar en la pista sintética antes de la llegada. El desarrollo de indumentaria y calzado más ergonómico, las técnicas de entrenamiento más eficientes, los suplementos nutricionales con mayor potencial energético y, lamentablemente, las prácticas ilegales de dopaje son consideradas cuestiones un tanto caóticas, cuyo comportamiento el científico hoy no puede prever.
Glen Mills, entrenador de Bolt, aseguró que el jamaino podría haber corrido los 100 metros en Berlín en sólo 9,52 segundos. "Si hubiera continuado exigiéndose hasta el final, la marca más lenta habría sido 9,52. En dos años más habrá alcanzado su techo y creo que rebajará aún más la marca", comentó el entrenador en una reciente conferencia de prensa en Suiza.
Bolt, en tanto, con su latiguillo de “todo es posible”, continúa en su carrera con destino de leyenda. Por el momento, aún puede disponer de centésimas de segundos para mirar de reojo a sus rivales y a los científicos, además de vez en cuando, dedicarle alguna que otra chanza al dios Chronos.

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