jueves, 9 de diciembre de 2010

MANUEL PASCUA, EL VIEJO MAESTRO


Fernando Miñana

Manuel Pascua Piqueras ha escrito muchos de los renglones de la historia del atletismo español. Su doctrina ha formado a decenas de atletas desde los ya lejanos años 60. Por el grupo de Pascua han pasado campeones de ayer y de hoy. De Mayte Zúñiga o José Alonso Valero (ahora manager de Marta Domínguez) a Nuria Fernández o Alemayehu Bezabeh. Este entrenador septuagenario lleva toda la vida con el cronómetro en la mano y la mirada fija en la pista. Hasta este jueves, cuando la Guardia Civil se lo llevó a declarar. 2010 puede acabar con una aparente contradicción. El atletismo español está a punto de coronarlo como mejor entrenador del año y, al mismo tiempo, la operación Galgo puede emborronar el grueso historial de «uno de los padres de nuestro atletismo», como le definen en la Federación Española.
Todo empezó en un tiempo en el que el deporte español aún iba en pañales, en los años 60, cuando decidió entregar su vida a la formación de atletas. Aunque no fue hasta los años 70 y 80 cuando se ganó un estatus. En esta época, tutelado por Juan Manuel de Hoz, comenzó a involucrarse en la Federación Española de Atletismo como coordinador científico. Eran los años en los que el atletismo ya circulaba con diferentes velocidades, cuando la Europa del Este usaba otro tipo de gasolina. España intentaba ponerse al día y Pascua fue el elegido para conducir este nuevo proyecto.
El entrenador decidió nombrar director médico a Eufemiano Fuentes, un vallista que estudió ginecología mientras se entrenaba con él y que décadas más tarde se convertiría en uno de los vértices de la operación Puerto. Fuentes se casó con otra atleta del grupo de Pascua, Cristina Pérez, envuelta en un caso de dopaje durante su etapa como deportista y que no hace mucho lanzó una amenaza al aire: «Soy una caja de Pandora que, como me abra, el deporte se cae abajo». No fue su único trapo sucio. Otra de sus atletas, la ochocentista brasileña Fabiane do Santos, también dio positivo años más tarde.
El sol, después de tantos años a pie de pista, acabó castigando su piel. Así que Pascua, para protegerse de los rayos solares, incorporó a su particular estilo un pintoresco sombrero que completó una figura que todo el mundo distingue al primer vistazo en las pistas de atletismo del INEF, allí donde convenció a Nuria Fernández, que acababa de ser madre, de que aún tenía mucho que decir en el atletismo. Aquella apuesta por su dicharachera atleta tuvo un premio de oro, el de los 1.500 de los Europeos de Barcelona, el mismo metal que le mostró Alemayehu Bezabeh, el etíope errante, español de adopción, después de proclamarse campeón de Europa de cross unos meses antes. 2010 era su año. Hasta este jueves.

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