viernes, 28 de enero de 2011

LA OPERACIÓN GALGO ENVENENA EL AMBIENTE EN LAS PISTAS DE ATLETISMO


Sergio Heredia LA VANGUARDIA.ES

Algo se ha quebrado en los corrillos atléticos de la Federación Española, revueltos a cuenta de la operación Galgo. Mientras se sucede en estos días el goteo de interrogatorios ante Mercedes Pérez Barrios, la titular del juzgado 24 de instrucción de Madrid, los atletas que cohabitan en la residencia Blume andan divididos y enfrentados. En el punto de mira se encuentran los pupilos que habían estado a las órdenes de Manuel Pascua Piqueras, gurú del atletismo y uno de los principales implicados en el caso.

Algunos de ellos, como Reyes Estévez, Miguel Quesada, Eugenio Barrios o Nuria Fernández, se sienten linchados y acosados. Los dos primeros se plantean abandonar Madrid y reinstalarse en sus ciudades de origen. Estévez podría volver a Barcelona y entrenarse a distancia a las órdenes de Luis Miguel Landa, responsable de fondo de la Federación Española. Quesada ya lleva un tiempo en Sabadell.
“Creo que esta vez España no se ha portado bien conmigo. Me siento un poco defraudada”, ha declarado en estos días Marta Domínguez, la mejor atleta española de la historia, embarazada de seis meses e imputada en el caso. Se refiere a la exigencia de la presunción de inocencia, presunción que la opinión pública y el entorno de los implicados sortea con frecuencia.

Las sospechas están desacreditando a la mayoría de los imputados –hay trece procesados, aparte de Alberto León, ex ciclista de mountain bike que se había suicidado a mediados de enero–, y también a los atletas relacionados con la investigación –en esencia, quince pupilos de Manuel Pascua Piqueras y de su mujer, María José Martínez–: se habla de enfrentamientos en las pistas de atletismo y en los foros virtuales, de insultos y de desplantes. “El ambiente se hacía irrespirable”, contaba un pupilo de Pascua a este diario. “Llegué a verme ninguneado en el comedor de la residencia: iba a sentarme a la mesa junto a atletas de otro grupo y todos se levantaron y me dejaron ahí en medio”.

“Nos estamos planteando medidas contra todos ellos”, dijo a este diario, por contra, un rival de los pupilos de Pascua. “Si no se les expulsa del circuito de competiciones, es posible que nos plantemos y le demos la espalda a cualquier carrera en la que aparezca alguno de ellos”.
Más allá de los efectos deportivos y penales de la operación Galgo (los implicados se enfrentan a dos años de cárcel por un delito contra la salud pública por tráfico de sustancias ilegales), el nombre de todos ellos parece manchado para siempre. Son las servidumbres del dopaje, una práctica tan tramposa como inmoral.
·Después del positivo, ¿qué?

No hay comentarios: