domingo, 19 de junio de 2011

LA IRONÍA DEL DESTINO



CARLOS ARRIBAS

Tres días antes del Campeonato de Europa por equipos, la foto del atletismo español era la de Digna Luz Murillo entrenándose a escondidas de la federación con Manuel Pascua. O el regreso de la Operación Galgo (o como cree alguno de los implicados, después de la tempestad llega la calma).
Afortunadamente, el regreso del lado más oscuro del atletismo español se quedó allí, en esa foto (y Murillo, que había viajado a Estocolmo con la selección, se volvió el viernes sin competir).
La foto del atletismo español ayer era, sobre todas, la de Dolores Checa, la nueva reina del mediofondo español (olviden, pues, a Marta Domínguez), levantando los brazos después de ganar de manera espectacular, a la africana (corriendo en solitario desde el tercer kilómetro, doblando a cuatro competidoras), la prueba de 5.000 metros. La victoria, ante algunas rivales tan correosas como la rusa Zadorozhnaya, la británica Clitheroe o la alemana Mockenhaupt, confirma el momento dulce de forma de la valenciana, quien hace unos días se acercó a dos segundos del récord de España de la distancia.
La victoria de Checa, la única conseguida por el contingente femenino del equipo, la cuarta del equipo español el fin de semana (el sábado ganaron Olmedo y España), fue uno de los puntos fuertes de una actuación que colocó a España en el séptimo puesto (de 12), la mejor clasificación de nunca. Si hubiera habido, como en tiempos, clasificación separada, los chicos habrían terminado quintos y las mujeres décimas.
"Séptimos y por delante de Italia, por primera vez", valoró el presidente de la federación, José María Odriozola, a Efe. Ganó Rusia, por delante de Alemania, Ucrania, Reino Unido, Francia y Polonia. Los otros atletas destacados ayer fueron Juan Carlos Higuero, ganador de los 3.000 metros, Frank Casañas, segundo en disco, y Ruth Beitia y Jackson Quiñónez, terceros en altura y 110 vallas.
El triunfo en los 3.000 (cayó el portugués Rui Silva por fin) tuvo valor especial para Higuero, quien se perdió el verano pasado los Europeos de Barcelona por lesión y a quien su última salida, el 10 de junio en Turín, saldada con 3m 40s en los 1.500, había dejado tocado anímicamente en una temporada en la que ha visto el fuerte asentamiento de Manuel Olmedo en la distancia y en la que el actual campeón de Europa, Arturo Casado, está lesionado.
La ironía del destino quiere que tanto a Checa como Higuero los entrene Antonio Serrano, un técnico manchego que en cierta forma representa lo que podría llamarse el movimiento anti-Pascua, o, dicho de otra forma, el futuro del atletismo español.
Serrano, que no viajó a Estocolmo, tampoco quiere que se le vea como el anti-Pascua, aunque habría motivos más que sobrados para ello, pues todo parece enfrentarlos, como refleja su toma de postura, y la de sus atletas, entre los más activos a la hora de manifestar su compromiso en la lucha contra el dopaje. "Soy diferente", dice. "Soy diferente en muchas cosas. Por ejemplo, a Pascua la federación le pasaba los atletas que debía entrenar, y yo elijo a los míos, y luego, una diferencia más profunda es que yo quiero sacar de cada atleta lo mejor de sí mismo. Si uno vale 3m 38s en los 1.500, intento que siempre esté cerca de su tope, no intento que baje a 3m 30s, con todo lo que eso significa. Yo no meto a todos en el mismo saco".

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